Cuando decidimos ir a Milán, no nos podíamos imaginar las aventuras que nos ibamos a encontrar… Empezamos alquilando un coche…ja! Ya me gustaría a mí ver a los italianos con el carnet por puntos… y es que lo de Fitipaldi tiene su sentido, qué peligro!! Seguimos localizando el hotel a golpe de “pirulí” y es que habiamos escogido un hotel (bueno, más bien nuestra economía lo eligió) justo al lado de los Estudios de Cologno Monzese donde la RAI tiene un emporio considerable… Encima estamos con el Mundial de Fútbol, así que las calles estaban llenas… de brasileños!!
Después de esto (que está bastante resumido), nos perdimos con nuestro veloz Fiat Panda 1.0 por esas carreteras óptimas para la Fórmula 1, pero no para cardiacos desorientados…Por si fuera cuando conseguimos llegar a la expo, no habían recibido nuestras inscripciones!! Y a nosotros se nos olvidaron los pasaportes de los gatos en el hotel… en ese hotel a 40 km de allí (bueno, a nosotros nos costó 20 km más), con la hora pegada y sin saber reproducir exactamente el camino de vuelta… ¿podían salir peor las cosas?? Pues sí, de aquí extraemos nuestro corolario favorito para pupas como nosotros “las cosas siempre pueden ir peor”… Después de acomodar a las gordis, nos percatamos de que estábamos en un salón sin aire acondicionado, sin ventanas, en junio y a 40 grados… durante las próximas 8 horas!!! Qué sofocon!!
Pero bueno, la verdad es que al final y a pesar de todos los inconvenientes lo pasamos muy bien, los italianos son muy buena gente, eso sí, el italiano no hay quien lo entienda, pero gracias a la misma raiz latina tenemos en común esa tendencia a gritar en tu idioma y hacer aspavientos para que te entiendan mejor. Os dejamos una foto después del Best in Show de Caty posando muy orgullosa con su copa.
